jueves, 29 de mayo de 2014

Mary A.

Para las que gustais de relatos mas directos. Sobre todo para tí. 
He hecho un ejercicio de velocidad que creo que no ha estado mal del todo. Escrito en apenas 10 minutos. Espero vuestros comentarios mas ácidos. Me gustan mas las tortas que las lisonjas...Tendré un algo de masoquista.




Lo de mirar al techo se había convertido en Mary A. en algo recurrente y obsesivo en los últimos días. Tumbada sobre la cama, hacía girar el mecanismo de su imaginación para encontrar algo que la lanzara hacia sueños de besos, caricias y ejercicios de contorsionismo que le proporcionaran esos momentos de placer que, más que buscarlos, los necesitaba como el respirar.

A su lado, el hombre de anchos hombros y brazos musculados, respiraba profundamente, saboreando cada exhalación de sueño reparador. A duras penas, un minúsculo slip mantenía prisionero ese oscuro objeto de deseo que Mary A. requería en su interior.

Comenzó a dibujar con la mirada la silueta de cuerpo que la acompañaba. Un cada vez más cotizado pelo corto daba paso a una frente ancha y a una rara nariz de forma griega.  Unos labios, mil veces besados, se levantaban voluptuosamente para morir a los pies de una barba de varios días perfectamente marcada.

Su torso desnudo se mecía al albur de la respiración como a ritmo de un lastimero saxofón, mientras que el firme abdomen seguía el compás desde la distancia. Como si estuviera envuelto para regalo, el voluminoso miembro parecía estar en un relajante letargo nocturno.

Con la punta de su dedo índice comenzó a acariciar ese pequeño trozo de tela, arrullándolo,  mimándolo y, procurándole ternura y seguridad. Su temperatura corporal experimentó un repentino ascenso, mientras el ritmo cardiaco comenzaba a necesitar un trote más alegre.

Mary A. notó como sus pezones, como consecuencia de las contracciones de pequeñas fibras musculares, se convirtieron en pequeños promontorios rígidos, las areolas se distendieron y se  marcaron en su piel enrojecida las venas mamarias producto de la creciente excitación. Casi sin pensarlo se metió la otra mano dentro del pantalón de su pijama y comenzó a acariciarse para contrarrestar la creciente necesidad de un hombre en sus entrañas. Como consecuencia de  los casi imperceptibles roces en el cuerpo de su amante, se habían activado los más elementales resortes que permiten el paso de la sangre  a lugares poco transitados, triplicando su tamaño normal, lo que provocó que el miembro buscara escapar de la cárcel textil en la que se encontraba recluido.

En un movimiento al unísono abrió su boca como queriendo encontrar el aire que le faltaba en los pulmones, y cerró sus ojos en busca de la imagen definitiva que le provocara la ansiada descarga de energía. Las escenas se iban sucediendo en su mente a ritmo vertiginoso, casi frenético, que la trasportaron a momentos vividos, y sueños por cumplir que lubricaron sus adentros preparándola para una hipotética penetración.

No supo ni como había sucedido, pero lo de aquella tarde de dos semanas atrás, volvió a su mente, para aumentar el nivel de excitación hasta convertirla en una olla a presión a punto de estallar.

Era una tarde como otra cualquiera, en la que una distendida charla con una taza de café como testigo terminó siendo una aventura sexual que ni había planeado, ni mucho menos esperaba. El pub estaba relativamente vacío a aquellas horas. Un par de parejas charlaban monótonamente en el otro extremo de la sala, mientras consumían sus bebidas. Un anciano observaba absorto la televisión, a medida que se terminaba el plato de cacahuetes que acompañaba su gin-tonic. Sentada en la barra una mujer de largas piernas y vestido sugerente apuraba un coctel de incierto nombre y la observaba de reojo.  

Esas largas piernas embutidas en unas medias de seda consiguieron elevarle la lívido hasta límites que no recordaba observando a una mujer. A su lado, su marido observaba complacido la escena y también se sumó a la liberación de hormonas que flotaba en el ambiente.

Notó como la mano de su pareja comenzó a acariciarle la parte interior del muslo por debajo de la mesa, haciendo a cada pasada pequeñas conquistas, hasta llegar a su sexo.  Estaba realmente excitada y su mirada reflejaba la lujuria que, por pudor, nunca había mostrado en público. Mientras tanto, la mujer de largas piernas se había levantado, tomó su copa, y con pequeños pasos acompasando las caderas, se sentó al lado de Mary A.

Como hipnotizada por la mujer de largas piernas y ojos de gata, y mucho antes de decir hola, notó como le conquistaba, sin reparos, el otro muslo y palpaba su ropa interior. En cuestión de minutos, un inocente café de media tarde se había convertido en una excitante relación a tres bandos.

El marido, consciente de su papel de secundario, se limitó a imitar y proporcionar a su mujer ese momento tan especial.

La propietaria de las largas piernas, cogió a ambos de la mano y desaparecieron por la puerta trasera del bar, accediendo a una pequeña sala llena de botellas de alcohol y productos de limpieza. Bruscamente se giró, tomó a Mary A. de la cintura y comenzó a besarla desesperadamente. El marido expectante, se dedicó a acariciar a ambas mujeres y a esperar pacientemente su turno.

Veinte minutos después, salieron de aquel trastero, satisfechos, llenos de vida, y con una cita para cenar esa misma noche.

Continuaba acariciándose sus adentros con ritmo creciente, mientras que del tímido roce al miembro de su marido pasó a agarrarlo y a moverlo con fuerza. Este se despertó entre rachas atemporaladas de placer y contracciones pélvicas producto del intenso orgasmo que le había provocado su esposa.

Mirándola a los ojos comprobó que el culmen estaba cerca. Un simple “Te quiero, nena” provocó que se derramara de forma profusa e intensa en mano y ropa interior proporcionándole una relajante tranquilidad.

Tras esto, cayó en un profundo sueño  que desembocó en una hermosa mañana de mayo.

6 comentarios:

  1. Puede que de la combinación de las dos cosas. Y con respecto a la crítica, constructiva, por supuesto, a mí me ha costado un poco entenderlo. Pero puede que el fallo sea mío que a estas horas estoy ya un poco espesita. Saludos.

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    1. Perdona Meli pero utilicé el recurso de presionarte un poco en tu relato para que comentarais de forma critica los mios.... Si no lo hacemos así no avanzaremos ni nos esforzaremos en hacerlo mejor.

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    2. Manolo me gustan las críticas constructivas, de verdad. Pienso como tú, si no te dan un poco de caña, tal vez te conformes con lo que haces y lo bueno es ir superándose. Saludos compañero.

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    3. Gracias Meli. Es un verdadero placer tenerte por aqui.

      Saludos.

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  2. Buena presentación, desenlace pelín liadillo... pero para estar escrito en 1om. Juer, ya me gustaría a mi tu talento, chico!

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  3. Me esforzaré por hacerlo mas comprensible las próximas veces. Es la única manera que tengo de poder ir aprendiendo el difícil arte de la escritura. Gracias a todas

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