CAPITULO 5A. (MEGAN)
La cara de Megan era una deforme masa de
carne inflamada, profundos cortes hasta el hueso, quemaduras que cauterizaban
la piel, y sangre reseca. El tremendo dolor le había provocado que prematuramente
perdiera el conocimiento. Por el camino a los infiernos, había perdido el ojo
derecho, varios dientes, y la nariz
había sido seccionada hasta reducirla a dos boquetes en medio de la cara de los
que se escuchaba borbotear un líquido negro que apenas la dejaba respirar.
Notaba como le palpitaban las manos, pechos y
en menor medida, pubis. Sabía que estaba atada y malherida, pero luchaba por no
perder la cordura, e intentaba diagnosticarse las heridas.
La amplia mesa de la cocina había servido
como improvisada camilla donde atar cada extremidad a cada una de las patas.
Indefensa, desnuda y mutilada había sido cruelmente masacrada hasta llevarla al
límite físico entre la vida y la muerte.
El cerebro de Megan luchaba por mantenerse lúcido entre un mar de
dolor que la atenazaba. Estaba buscando una explicación a todo aquello. Lo
último que recordaba con claridad era haber despedido a su marido en la puerta,
que se había sentado en el sofá para leer, y acto seguido, como luchaba por
desatarse de donde estaba prisionera. En medio, la nada más absoluta que su
cerebro no sabía responder.
Entre sueños de sufrimiento extremo llamaba a
gritos a Sam. Lo veía alejarse de su lado sin que nada pudiera hacer por
recuperarlo. Quería escuchar su voz una vez más. Quería tenerlo a su lado antes
de que dejara de existir. Una titánica lucha por no perder la vida antes de que
su marido la rescatara, la abrazara y la protegiera. De su boca solamente
salían sonidos guturales entre vómitos de sangre, y temblores sin control.
Entonces notó a alguien dentro de ella, y la
paz se apoderó del momento. Imaginó a Sam haciéndole desesperadamente el amor
en el suelo. Escuchó como jadeaba de
placer y le tocaba, hasta estremecerla, todo su maltrecho cuerpo. Su corazón y
respiración se aceleraron ante la excitación, y un golpe de tos expulsó de su
garganta gran parte de la sangre acumulada esparciéndola por la cara de su
amante. Fue cuando pudo decir en voz alta el nombre del amor de su vida:
“Sam… ¿Me querrás
cuando sea mayor y tenga arrugas?”
El impetuoso vaivén cesó y advirtió como la
estaban liberando de sus ataduras y colocándola bruscamente boca abajo. Un rayo
de dolor atravesó su cuerpo, mientras que pequeños de ríos de sangre caían, en
forma de cascada, por los bordes de la mesa, abandonando el cuerpo al mismo
tiempo que las fuerzas se le evaporaban. El tremendo dolor que notó en sus
entrañas fue el preludio que precedió a que el corazón de Megan dejara de latir
para siempre.
La reconfortó escuchar la voz de su marido,
susurrándole al oído palabras de amor, y sentirse poseída, por última vez, por
su amado Sam.
Manolo, estoy consternada. La historia es superfuerte, prefiero seguirla capítulo a capítulo, porque me afecta de verdad. Describes increiblemente bien la situación tan dura y dramática. Antes te decía, pobre chica, ahora también. Pero además pobre Sam.
ResponderEliminarGracias Meli. Siento que tengo que poner a los personajes al limite en esta publicación. Si te ha afectado el capitulo de Megan, preparate para el mismo capitulo desde los ojos del asesino...Advierto que será muy, pero que muy duro. Me he tomado la licencia de ver la misma situación desde los tres puntos de vista mas importantes...Para tener una visión completa de la muerte de Megan... No se si se habrá hecho antes, al menos no recuerdo haber leido un libro con esta licencia... Veremos que sale.
EliminarMuchas gracias por leerme.
Buffffff
ResponderEliminarEsa historia tampoco la vas a publicar???? estoy en vilo!
Y no la estoy publicando, Ciber???? ¿Y esto que es? Es un blog abierto al que quiera entrar y leerme.
EliminarGracias por el apoyo. Se os agradece.
Aunque se que a mas de uno le está pareciendo demasiado fuerte para su gusto...
Saludos.