sábado, 5 de noviembre de 2016

Reflexión sobre la amistad.



Todo en este mundo tiene su acción-reacción. Como la piedra que ofrece su resistencia al ser empujada. Como el viento en contra, como el sol que sin querer hace sombra. La vida es una balanza donde ponemos lo que queremos. Nuestras buenas acciones y las malas. Hay quién le importa poco hacia qué lado se decante. Y los hay -afortunadamente la mayoría-que se declaran gente de bien y hacen de sus actos un momento de amor-cariño-respeto-ayuda. No se trata de ayudar a avanzar, sino de favorecer el avance, como no es lo mismo desear buen viaje que acompañar en su caminar. Todo lo que hacemos produce un efecto en quién lo recibe y en su entorno más cercano. La gente de bien agradece el gesto y busca los mecanismos para devolver el favor. La gente de bien agradece con una sonrisa sincera, un abrazo de hermano, o una mano tendida lo recibido. La gente de bien genera una cadena de favores que afecte al mayor número de personas. La gente de bien se alegra de las alegrías ajenas, de los triunfos del vecino, de las victorias del desconocido. La gente de bien no abriga el rencor, ni fomenta las habladurías. No lucha por divulgar un rumor a sabiendas que hará daño. Ni provoca en los demás indiferencia al que no es igual. Luchamos por lo mejor para nuestras familias, amigos y conocidos. Nos alegramos de que un "aquel cualquiera" consiga sus objetivos. Y guardamos en el cajón más oculto la envidia y la doble moral. Yo, no queriendo personalizar en nadie más, me alegro de tus alegrías, te apoyo en tus decisiones, y sobre todo, reparto cariño y respeto. Y no lo hago por recibir nada a cambio. Lo hago porque me hace sentir bien apoyar a los demás. Demostrarles cariño. Demostrarles que por poco que nos conozcamos puede aprender a contar y sabrá que puede contar conmigo. Demostrarles que no cuesta nada una palabra amable en los momentos malos, ni un aplauso en los buenos. Como simple espectador de la vida de los demás los aplaudo o los ayudo según el caso. Y no lo hago por él, o por mí. Lo hago por los dos. Por lo que nos une, lo mucho o lo poco, lo intenso o lo lejano. Lo hago para que él sepa que me alegro o me entristezco con sus circunstancias y porque sus alegrías son mías y sus tristezas puede compartirlas. Aristóteles en su libro "Ética a Nicómaco" trataba en gran parte el tema de la amistad. Decía que la amistad es la condición de una vida feliz en comunidad, pues no hay vida humana feliz sin convivencia y la convivencia sin amistad no es convivencia plena y satisfactoria. Por eso tiendo a considerar amigo al conocido. Porque el hombre feliz necesita amigos para verse plenamente realizado. El hombre pobre necesita amigos, pero más lo necesita el rico para poder compartir lo que tiene .En la adversidad la amistad es un consuelo y una ayuda; cuando necesitamos un consejo que nos libere de cometer errores Pero la amistad no es solo condición para una vida plena y feliz, es también complementaria a la justicia en el sentido que en toda amistad hay consideración y respeto recíproco entre los amigos. Según el gran Aristóteles algunas amistades radican en la utilidad, otras en el placer y otras en la virtud. Por último, su concepto de definición me acompaña por donde voy. Amigos son aquellas personas con la misma alma. Pese a encontrarse en distintos cuerpos lo que tu sientas será mi estado de ánimo. ¿Soy capaz de alegrarme de tus triunfos? Definitivamente, sí. ¿Me apena cuando alguien sufre? Ya sea familia, amigo o conocido. Sí. Qué clase de corazón tendría si así no fuera. Espero haber contestado a tu pregunta. Y sí que te leo...